Historias a la luz de la lumbre

Por: Juan Manuel Jerez Hernández

Historias al calor de la Lumbre



Escribía Washington Irving, allá por 1832:

"El pueblo español ama la fantasía y narra, a la manera oriental, historias maravillosas. En las noches de verano se agrupan en las puertas de sus casas o al alrededor de las grandes y profundas chimeneas de las ventas, durante el invierno, escuchan con verdadero deleite las leyendas de santos, las aventuras de los viajeros y las hazañas de los bandidos y contrabandistas.
A ello contribuye el abrupto aspecto del país en algunos parajes, la escasa difusión de la cultura, la escasez de temas interesantes de conversación y la aventurera y romántica vida que necesariamente se lleva en una tierra donde los viajes se realizan aún como antaño, aumenta esa inclinación por las narraciones de viva voz y a que, lo que contienen de increíble y extravagante, produzca un fuerte impacto en la mente."

IRVING, W. Cuentos de la Alambra.
S.A. de Promoción y Ediciones.
Club Internacional del Libro. Madrid, 1983. Pp 13.

Gerald Brenan en los años 30, nos decía:

"Solía entretenerme recogiendo coplas o canciones populares y anotando en un cuaderno creencias y costumbres de tipo folklórico. Puesto que ningún cuadro de la vida aldeana española resulta completo si carece de la narración de este tipo de cosas... "

BRENAN G. Al sur de Granada.
Siglo XXI de España Editores. Madrid, 1983

Y más tarde, Jean Christian Spahni (años 50), afirmó:

"A pesar de su apego a la Iglesia católica, los alpujarreños son supersticiosos. Sus miedos se traducen en la creencia en fantasmas, en buenos y en malos espíritus (duendes) que, por la noche, llaman a las puertas y ventanas, revuelven muebles y poseen el extraño poder de metamorfosearse en animales... "

SPAHNI, JC. La Alpujarra, la Andalucía secreta.
Diputación de Granada, 1983.

    En La Alpujarra, las historias (con minúscula y plural), las leyendas, las creencias, los ritos y las supersticiones han durado hasta casi nuestros día (¿o sin casi?) y se ha transmitido de viva voz, corregidos y aumentados, al calor de la tertulia a falta de otras distracciones.

Historias junto al Lavadero
Los lavaderos eran lugares de encuentro para las mujeres, cuya presencia en las tabernas estaba proscrita. Foro para el cometario, la creencia, la aseveración... para alegrar la vida monótona de aquella sociedad sencilla, y punto de partida de la difusión de las noticias en aquel mundo si televisor y sin apenas radio.
Lavadero de Júbar

En cualquier plazoleta a la recacha de un tibio sol en invierno, o al fresco crepuscular del verano, en el porche de la casa mientras se cosía, se pelaba almendra o se desfarfollaba, en la taberna, en el lavadero, lugares de encuentro para las mujeres, cuya presencia en las tabernas estaba proscrita, se aventaban historias de moros que escondieron tesoros en cuevas, de encantamientos, aparecidos, almas en pena, duendes, maldiciones. Relatos brujas, hechiceras, curanderos y mal de ojo; noticias de mantequeros, de presos políticos y escaramuzas de los huidos de la sierra y se prescribían los más variopintos remedios caseros para los males más comunes en la zona, que no eran pocos.

    Pero donde todo relato, real o imaginado o ambas cosas a la vez, tomaba más visos de misterio era al calor de la lumbre en las largar tardesnoches de invierno con muchas horas de ocio y pocas diversiones en las que afloraba toda la historia oral, todas las creencias, todas las supersticiones, en el pequeño semicírculo del escaso metro cuadrado que rodeaba a las chimeneas. Los entresijos de las historias con el rubor de la llama se hacían más enigmáticos, adquirían mayor dramatismo y más emoción.

Historias al calor de una chimenea

    Hoy, las chimeneas, donde las hay, han quedado relegada a un rincón de la casa, algunas, incluso, con la lumbre cautiva tras un cristal para que no resten brillo al televisor, artefacto esencial para la magia del siglo XXI y cuyo semicírculo de más metros cuadrados, la gente sigue otras historias, otras leyendas, otros ritos, dicen que más reales, pero más lejanos y menos constructivos.

    Desde esta página, conscientes de que hacen falta más chimeneas, proponemos a todos sus visitantes, convertir los ordenadores en improvisadas chimeneas y que, al calor de luz fría del monitor, nos cuenten cuantas leyendas, creencias, ritos, supersticiones e historias reales conozcan sobre La Alpujarra para intentar reconstruir entre todos parte de ese gran bagaje cultural de nuestra tierra y dejarlo documentado para siempre.

    Esperamos la colaboración de todos


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