Historias, impresiones y recuerdos

 

Bocio, una lacra de Cástaras

 

Bocio en Cástaras

 

 

Algún inconveniente había de tener el ambiente purísimo de montaña que envuelve a Cástaras. Su falta de yodo, sumada a las duras condiciones de vida padecidas por los castareños en un pasado no muy lejano, han hecho que arraigara en la zona una lacra bastante común en los hábitats de altura, pero que en Cástaras se cebó con especial saña: el bocio.

El bocio es una enfermedad que afecta a la glándula tiroides provocando su crecimiento patológico, manifestado por el abultamiento del cuello de los afectados, que en los casos más severos puede comprimir la tráquea o provocar ronquera. Cuando el bocio está provocado por la escasez de yodo en la alimentación y afecta a un determinado porcentaje de la población de una zona se considera bocio endémico. La deficiencia de yodo puede provocar otros trastornos físicos y mentales frecuentemente asociados al bocio endémico, como cretinismo, idiocia o malformaciones congénitas. El tratamiento más conveniente del bocio endémico se basa en el aporte de este elemento micronutriente como suplemento de la dieta. Para ello, el método más utilizado, sencillo, eficaz y barato  consiste en el enriquecimiento con yodo de la sal  común destinada al consumo humano (sal yodada), que se aplica hoy en día en todo el mundo por recomendación de la Organización Mundial de la Salud, bajo su control y financiación a veces. Con otros procedimientos también se han obtenido resultados satisfactorios.

Hay constancia escrita del bocio desde la más remota antigüedad. Se encuentran casos en las literaturas china, india, egipcia, griega, romana, medieval y del Renacimiento, con descripciones de tratamientos, incluidos los quirúrgicos, practicados con desigual fortuna a lo largo de los siglos. Sin embargo no se le ha prestado atención científica médica hasta bien avanzado el siglo XIX. En España, puede decirse que fue el doctor Marañón el primero en tratar, en los años veinte, del bocio endémico en la península, contando a La Alpujarra entre las zonas endémicas aunque con menor grado de afectación del ulteriormente comprobado.

Vacío de datos sobre el pasado del bocio en Cástaras

Se desconoce desde cuando el bocio es una endemia de Cástaras. Los primeros informes disponibles que refieren enfermedades en la población —el redactado por García Villalta hacia 1791 para el diccionario geográfico de Tomás López y el publicado cinco décadas más tarde por Madoz— hablan de «temperamento saludable», uno y de «clima muy sano», el otro, sin mecionar bocio ni otras enfermedades, salvo los «catarros» aludidos por el segundo

Cástaras quedó fuera de ruta de la expedición antropológica a La Alpujarra que el doctor Federico Olóriz Aguilera realizó en el verano de 1894. Tal vez, si el prestigioso doctor hubiera explorado a los vecinos de Cástaras —algunos de los cuales llegamos a conocer y recordamos padeciendo la enfermedad— tendríamos de su mano las primeras noticias sobre el bocio en el pueblo. Pero, por comparación, y sin temor a equivocarnos, podemos extrapolar a Cástaras y a sus habitantes las agudas observaciones del doctor Olóriz, verificadas en otras poblaciones del entorno cercano (Pórtugos, Busquístar, Trevélez, Juviles, Bérchules, Válor, etcétera), deduciendo que la enfermedad atacaría más a las mujeres, que existía una comprensible tendencia social a ocultar el mal, que afectaba más a algunas familias y menos a otras, que estaría relacionada con la escasez en la dieta de pescado, leche y huevos y, tal vez, de sal común, por no ser necesaria para la conservación de alimentos en el frío clima de la sierra, y que la situación geográfica también tendría influencia, siendo más afectados los lugares hondos o resguardados —nuestro caso— que los expuestos y más ventilados.

La escuela médica de Ortiz de Landázuri

Con la llegada en 1946 del doctor Eduardo Ortiz de Landázuri a la cátedra de Patología General de la Facultad de Medicina de Granada, el estudio del bocio endémico en España recibió un fuerte impulso, continuador del que le había imprimido el doctor Marañón en los años veinte. El estamento médico comenzó a prestar atención al bocio en la provincia de Granada, y más concretamente en La Alpujarra. Un grupo de jóvenes médicos y bioquímicos (Escobar del Rey, Higuera Rojas, Lucena Conde, Mora Lara, Morata García, Morreale de Castro, Nuñez del Carril, Palenzuela Bulla, Rodríguez Moreno, Sáchez Agesta, y otros), incorporados escalonadamente al equipo investigador encabezado por el doctor Ortiz de Landázuri, centraron esfuerzos en la descripción, cuantificación, tratamiento y erradicación del bocio padecido desde tiempos inmemoriales por los alpujarreños. Identificaron claramente las zonas afectadas y realizaron en ellas estudios epidemiológicos. Comunicaron los resultados en diversos trabajos científicos y en artículos publicados por la Revista Clínica Española, exponiendo las investigaciones llevadas a cabo, las conclusiones de éstas y las propuestas para prevenir la endemia.

Pronto, el prestigio adquirido por esta escuela surgida en torno al profesor Ortiz de Landázuri, y su influencia en la autoridad sanitaria, dieron como principal fruto que se yodara en origen (Salinas de Roquetas) la sal destinada al consumo humano en poblaciones comprendidas dentro de áreas endémicas. Un total de cien mil habitantes de La Alpujarra y Güejar Sierra, entre ellos los castareños, recibieron dosis adecuadas de yodo a través de la sal que consumían. Este sencillo tratamiento colectivo, aplicado entre 1953 y 1958, dio resultados espectaculares, pasando las tasas medias de afectación por bocio en las zonas tratadas del 53% al 13%, sin provocar efectos secundarios y con costes insignificantes para la administración pública.

 

Izquierda: familia castareña fotografiada por el doctor Rodríguez Moreno. Derecha: el doctor Rodríguez Moreno junto a varios castareños. (Cástaras, 1955).

 

Primer estudio del bocio en Cástaras (1955)

Un discípulo destacado de aquella escuela médica granadina, Felipe Rodríguez Moreno, nacido en Güejar Sierra, que había finalizado la carrera de medicina en 1949 con premio extraordinario y número uno de la promoción, viajó a Suiza, becado por la farmacéutica Sandoz, para estudiar los más avanzados métodos de profilaxis, al lado del prestigioso especialista en la glándula tiroides y en la prevención del  bocio doctor Wespi-Eggenberger. Tras dos años de investigación en el país alpino, regresó a Granada para doctorarse en Medicina. Su tesis, dirigida por Ortiz de Landázuri, consistió en un estudio sobre el bocio en España y la prevención del mismo, con un completo análisis estadístico-sanitario del tiroides de los vecinos de Cástaras. Se eligió Cástaras como campo de observación por tratarse de un caso paradigmático y representativo, en situación aislada, con población estable y con número de habitantes (850) adecuado para el alcance del estudio programado.

A bordo de un viejo Ford propulsado con gasógeno, cuyo chófer avisaba su llegada desde la Asomadilla  con repetidos y prolongados toques de bocina, Felipe llegó a Cástaras una tarde del verano de 1955. Previamente, por medio de la Jefatura Provincial de Sanidad, se había preparado su estancia con ayuda del médico, Francisco García Martínez, recientemente encargado de la titular, y del cura, Manuel Gómez Gutiérrez, que aquel mismo verano finalizaría su misión pastoral en la parroquia, después de casi seis años en el cargo.

Cordialmente recibido, fue alojado junto a la casa rectoral en la vivienda de Paca Almendros, viuda de Paco Muñoz Navarrete «el sastre», «señora muy amable, refinada y de buen gusto» —en palabras del doctor Rodríguez—, que le proporcionó el mejor dormitorio de la casa y preparó la antigua cama de hierro y adornos de latón con las más finas sábanas de holanda y la mejor colcha guardada en el arca. La hospitalidad de los castareños —recuerda Felipe— fue excepcional: todo fueron atenciones, regalos y muestras de afecto, reclamando muchos vecinos el honor de invitar al doctorando, sin que los días de estancia en Cástaras supusieran gasto alguno para él.

 

El doctor Rodríguez Moreno realizando exploraciones a castareños. (Cástaras, 1955).

 

Con la colaboración del médico, don Francisco, «hombre campechano, abierto y muy cooperante»; del cura, don Manuel, que había explicado lo que se iba a hacer desde el púlpito y a través de la megafonía instalada poco antes en la torre; de Matías García Carrillo, entonces joven estudiante castareño que años más tarde sería también médico, y en general de todo el mundo, el doctor Rodríguez Moreno, examinó durante seis o siete días a 580 personas. El trabajo resultó «fácil y agradable» gracias a la cooperación de los castareños, que se sometieron pacientemente a exploraciones y preguntas al entender lo beneficioso de la encuesta. Las dificultades con los más reticentes fueron allanadas con ayuda de don Manuel y, una vez ganada la confianza, algunos aprovechaban la ocasión para consultar con el joven doctor sus problemas de salud. Las exploraciones eran realizadas en la misma calle, en la puerta de las casas y, muchas, en la plaza, donde los encuestados eran llamados por megafonía, recibiendo los hombres un cigarrillo en señal de agradecimiento. Matías fue el encargado de anotar los datos recogidos en las fichas correspondientes y de informar, cuando era necesario, de la situación social y económica de los encuestados, evitando preguntas embarazosas y prestando con ello una valiosa ayuda. La consulta de los escasos y recientes fondos en los maltrechos archivos municipales sirvió al doctor Rodríguez Moreno para analizar diversos datos estadísticos y demográficos de los años 1934 a 1954, integrados luego entre las observaciones de la tesis doctoral.

 

El doctor Rodríguez Moreno realizando reconocimientos en el Barribalto. (Cástaras, 1955).

 

Como complemento a la investigación, el doctor Rodríguez Moreno tomó en Cástaras una serie de fotografías —generosamente cedidas a Recuerdos de Cástaras— que aparte de su trascendencia clínica, constituyen hoy un excepcional testimonio antropológico de aquella época por fortuna superada.

Para presenciar los trabajos de doctorado y participar en ellos como director de la tesis, el profesor Ortiz de Landázuri viajó hasta Cástaras en su propio coche, acompañado por sus hijos Laura y Manuel, que conservan un grato recuerdo de la excursión y del pueblo. Rodríguez Moreno, Cástaras y los castareños, recibieron así, un domingo de 1955, la visita de «el médico amigo» apelativo que titula un libro biográfico del doctor Ortiz de Landázuri, cuya causa de canonización avanza desde 1998.

 

Delante de la casa rectoral, de izquierda a derecha: Francisco García Martínez; Matías García Carrillo; Manuel Ortiz de Landázuri; Manuel Gómez Gutiérrez; Laura Ortiz de Landázuri; Eduardo Ortiz de Landázuri y Felipe Rodríguez Moreno. (Cástaras, agosto de 1955).

 

Tras la estancia en Cástaras, Felipe completó y presentó la tesis, obteniendo el grado de doctor en Medicina en septiembre de 1955, con excelentes calificaciones. Después volvió a Suiza, donde ha desarrollado toda su carrera médica, llevando consigo el buen recuerdo de la hospitalidad castareña, de los buenos momentos pasados en Cástaras y de las buenas tapas de chorizo casero compartidas en la taberna de Jesús Muñoz.

Pasados cincuenta años, una tarde de verano de 2006, Felipe regresó a Cástaras para recordar sus viejos tiempos de doctorado. Halló un pueblo muy cambiado, cuyos vecinos —los pocos que encontró— apenas si recordaban su estancia y trabajos sobre el bocio en 1955. En compañía de Miguel Almendros Alonso recorrió de nuevo las calles de Cástaras, reviviendo aquellas jornadas que tantas satisfacciones le proporcionaron. Antes de despedirse nos dejó, en memorable recuerdo material, copias de las fotografías tomadas como complemento a su investigación.

 

El doctor Rodríguez Moreno junto a castareños en su visita de 2006 a Cástaras.

 

La tesis del doctor Felipe Rodríguez Moreno

A continuación se ha trascrito completo el capítulo de la tesis doctoral de Felipe Rodríguez dedicado al estudio del bocio en Cástaras. Las gráficas se han redibujando para adaptarlas a esta publicación:

 

Aspectos del estado actual de bocio en España
y fundamentos para su profilaxis

Trabajo dirigido por el Prof. de Clínica Médica E. Ortiz de Landázuri y presentado por el Licenciado

Francisco Felipe Rodríguez Moreno

de Guejar Sierra, (Granada), a la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, para conseguir el título de Doctor en Medicina

 

[...]

 

ESTUDIO ESTADÍSTICO DEL ESTADO DEL TIROIDES DE LOS HABITANTES DEL PUEBLO DE CÁSTARAS, ALPUJARRA, ZONA DE ENDEMIA BOCIOSA DE LA PROVINCIA DE GRANADA.-

Cástaras está situada en la vertiente sur de sierra Nevada, a 1022 msn. y dista 95 km de la capital. Tiene 840 habitantes, y aunque tiene un anejo, Nieles, este no ha sido estudiado. El clima, como le mayor parte de Andalucía, temperatura suave en verano y frío en invierno. Cielo azul en la mayor parte del año, con sol, poco lluvioso, mas bien tormentas pasajeras, siendo frecuentes las nevadas en el invierno. Es terreno rocoso, montañoso, mas bien seco, pero en las laderas y barrancos corren arroyuelos que prestan verdura y arboleda.

La construcción de la vivienda es típica, «el terrao». Solo dos casas tienen cubierta de teja. Generalmente en el piso bajo residen los animales y en el primero las personas.

Las aguas proceden de manantiales próximos al pueblo. Uno de ellos suministra cinco fuentes y otro sólo una. No tiene una verdadera protección sanitaria, por lo que la frecuencia de enfermedades del tipo fiebre tifoidea, es acentuada.

La natalidad y mortalidad, suministrada por el censo local, en los ultimes 20 años, demuestra un aumento de la poblacion, que de hecho no se comprueba por la continua emigración.

Las clases sociales están poco separadas en cuanto a instrucción, mas bien se manifiestan por el régimen económico. La propiedad esta muy repartida. Haciendo excepción de los pocos individuos que tienen una profesión, cartero, maestro, etc. en general todo el mundo se dedica a la agricultura, ya que la industria no existe.

Los matrimonios consanguíneos no son frecuentes. Tampoco las deformidades congénitas, ni los sordomudos, lo que no ocurre con las sorderas progresivas de los adultos.

La alimentación, si bien puede llevar las suficientes calorías, es monótona, abundante en hidratos de carbono, regular en grasas y pobre en proteínas, esto de modo general. Lo clásico son las migas y gachas de maíz, como también las patatas fritas.

Para el estudio de los habitantes la pauta ha sido:

Se ha dividido el pueblo en varios distritos, teniendo en cuenta el origen del agua de bebida. Un manantial A suministra cinco fuentes que se designan con A1, A2, A3, A4, y A5. Un manantial B con solo una fuente. Ambos manantiales se encuentran en el pueblo, como igualmente las fuentes que suministran. En el grupo C se incluyen todas las fuentes distribuidas en cada uno de los cortijos o caseríos de los alrededores del pueblo.

2.- Teniendo en cuenta el régimen alimenticio se han dividido las personas en tres grupos 0, 1 y 2. El grupo 0 incluye las acomodadas, el 1 las medias y el 2 las económicamente débiles. En esquema vemos un menú de un día. (Lo más rápido es hacer encuestas a personas que conocen bien la localidad, además de verificarlo directamente a un numero determinado de personas de cada clase, lo que economiza tiempo y evita momentos enojosos).
 

 

  Grupo 0 Grupo 1 Grupo 2
Desayuno Pan
Tocino o queso
Café con leche de cabra.
Migas de maíz
Aceite, pescado, aceitunas.
Migas de maíz
o
Gachas de maíz
Almuerzo Migas o patatas fritas
Pescado, carne o huevos
Pan y fruta
Migas
Patatas fritas
Poco pescado
Ensalada
Coles
Collejas
Patatas cocidas
Cena Puchero con carne
o bien potaje
Pan, almendras o higos secos.
Puchero con manteca de cerdo Ensalada de pimientos.
Patatas cocidas.
En ocasiones nada
Dieta
diaria
Hidratos de carbono
Grasas
Proteínas
Hidratos de carbono
Grasas
Pocas proteínas
Hidratos de carbono
Pocas grasas (aceite)
Muy pocas proteínas

 

 

3.-Cuadro genealógico, dirigido sobre todo a los antecedentes de bocio o de otras afecciones que pueden derivarse de él.

4.-A toda persona, antes de su exploración se le interroga si tiene bocio, en lenguaje apto a las circunstancias.

5.-Se interroga si tiene hernias, varices o deformidad congenita.

6.-Interrogacion y vision del estado de lea dienten.

7.-Datos de la exploración del cuello. Esta es la labor mas personal.

a) Perímetro del cuello. Desde la apófisis espinosa a la parte mas prominente de la región anterior del cuello.

b) Estudio del tiroides, que según lo que de la exploración se obtenga, se clasifican en uno de los siguienteàtagoe.

0.-Cuando no se palpa nada, solo se recoge la tráquea. Es el tipo ideal.

I.-Se palpa el tiroides, pero no se puede delimitar bien y por tanto no llega a poder medirse. Es el tipo normal.

II.-Se delimita bien el tiroides, lo que permite su medición. Cuando esto sea factible deben tomarse las siguientes referencias: Altura del lóbulo derecho, del lóbulo izquierdo y diámetro transversal que va desde los bordes externos de cada lóbulo. Un tiroides que puede ser bien medido entra ya en la categoría I de verdadero bocio.

III.-Cuando además de poderse medir puede ser apreciado por inspección a través de la deformidad del cuello. Incluye todos los bocios visibles sea cual sea su tamaño.

Para mejor enjuiciamiento de la exploración conviene hacer grupos intermedios a los anteriores, esto es 0-I, I-II, II-III. El grupo I-II ,es de interés por representar al tiroides en el limite de la normalidad y lo patológico: son tiroides en potencia de bocio. También se señala el carácter nodular o difuso.

Cuando se trata de explorar un tiroides de recién nacido o de un niño antes de la edad escolar se incluye en la siguiente clasificación:

I.-Impalpables. Solo se recoge la cara anterior de la traquea.

II.-Que se palpe solo el istmo del tiroides, como un cordón de 1-2 cm de altura.

III.-A los lados del istmo se recogen escasamente los lóbulos laterales.

IV.-Que se palpan uno o las dos lóbulos laterales.

V.-Lóbulos laterales muy bien palpables.

VI.-Se palpan muy bien los lóbulos laterales y a la observación visual se presenta una deformidad de la región anterior del cuello. Normalmente los lóbulos laterales del tiroides no se aprecian y cuando se consiguen palpar puede señalarse como bocio, por ello las tres primeras categorías se agrupan como normales y las tres últimas como patológicas.

8.-Peso.

9.-Talla.

10.-Observaciones especiales.

Todos estos datos han Sido recogidos en una cuartilla a modo de formulario para cada uno de los casos estudiados.

 

 

Foto 1.- Bocio gigante, nodular, con calcificaciones apreciables.
(Cástaras. Hist. n 420. J. A. B.)

Foto 2.- Bocio gigante, polinodular.
(Cástaras. Hist. n 130. C. S. S.)

 

 

Foto 3.- Bocio nodular en un niño de 4 años.
(Cástaras. Hist. n 437. J. A. A.)

Foto 4.- Cretinismo con bocio.
(Cástaras. Hist. n 404. P. G. G.)

Foto 5.- Deformidad congénita de brazo y mano izquierda.
(Cástaras. Hist. n 302. N. E. E.)

 

 

 

RESULTADOS.-

Se han estudiado un total de 518 personas, que repartidos con relación al sexo corresponden 236 a varones y 282 a hembras. De la totalidad en el 33,5 % se encuentran con un tiroides en estado normal. En estadio intermediario entre normal y bocio, lo que puede ser conceptuado como potencia de bocio el 11,7 % y con un tiroides patológico el 54,7 %, es decir mas de la mitad de la población presenta a la exploración un tiroides bocioso.

Cuando un tiroides se presenta como normal, lo que ocurre en 173 casos, a los varones corresponden 59,5 % y a las hembras 40,4 %. La normalidad tiroides es en el varón 1/5 más frecuente que en la hembra.

Cuando el tiroides se encuentra en potencia de bocio, 61 casos, 44 % corresponden a varones y 55,7 % a hembras. Existen predominio de tiroides dudosos en las hembras.

Si el tiroides se encuentra en estado de bocio declarado, 284 casos, 37,3 % pertenecen a varones y 62,6 % a hembras. Las hembras presentan bocio con frecuencia doble que el varón. (Véase cuadro I).

 

Sexo Número Normales Dudoso Bocio
Varón 236 103 27 106
Hembra 282 70 34 178
Total 518 173 61 284
%   33,55% 11,7% 54,7%

 

  Total Varones Hembras
Normales 173 103=59,5% 70=40,4%
Dudosos 61 27=44,2% 34=55,7%
Bocio 284 106=37,5% 178=62,6%

Cuadro n.º I.- Relación entre enjuiciamiento del tiroides y sexo en comparación con la totalidad.

 

 

Edad
(años)
Sexo TIROIDES Total Porcentajes de
Ideal Normal Dudoso Bocio
0 0-I I I-II II II-III III 0, 0-I I I-II II y más
0-5 1 4 6 5 12 4 1 33 15 18 16 51
2 2 5 2 12 6 2 31 12 16 6 64
5-10 3 1 11 4 9 7 1 36 11 31 12 37
1 6 7 2 6 9 1 32 21 21 6 50
10-20 3 4 22 6 12 8 6 61 11 36 9 42
- 1 4 9 22 15 10 61 1 6 14 77
20-30 1 8 7 7 10 2 3 38 23 18 18 39
1 3 3 4 11 7 10 39 10 7 10 71
30-40 - 2 7 2 1 5 1 18 11 38 11 38
1 1 3 6 4 5 9 29 6 10 20 60
40-50 1 2 6 2 2 4 8 25 12 24 8 56
1 3 3 5 4 5 14 35 11 8 14 65
50-60 2 2 4 1 2 - 4 15 26 26 6 40
3 4 3 6 1 1 7 25 28 12 24 36
60-70 - 1 - - 1 - 1 3 33 - - 66
3 5 1 - 4 1 5 19 42 5 - 52
70-80 1 3 1 - - 2 - 7 57 14 - 28
- 2 2 - 2 1 4 11 18 18 - 63

Cuadro n.º 2.- Relación entre enjuiciamiento del tiroides, la edad y el sexo.

 

II.- RELACIÓN ENTRE LA EDAD Y LA FRECUENCIA DEL BOCIO.-

En el cuadro n.º 2 se expresa la relación del estado del tiroides con relación a la edad y sexo. Se puede observar, como en la edad 0-5 años, tanto en varones como en hembras, el bocio se encuentra por encima del 50 %, con un predominio en las ultimas. De 5-10 años, la hembra continúa con el 50 % de bocios y los varones descienden a 37. Esta oscilación puede estar justificada por la dificultad de aplicación a una clasificación definitiva la edad de 5 años.

De los 10-20 años, época de la pubertad y por tanto de manifestación preponderante del bocio, es llamativo el incremento que sufre en las hembras, hasta el 77 %, con 14 % de tiroides dudosos, y solo 7 % en estado de normalidad. Llamativo es que solo el 1 % de los tiroides es del tipo ideal. En el varón lo valores son menos manifiestos: 42 % bociosos, 9 % dudosos y 47 % normales.

De 20-30 años, los varones 39 % con bocio, los dudosos se incrementan a 18 % y la normalidad a 41 %. Las hembras 71 % con bocio, 10 % dudosos y 17 normales.

De los 30 años en adelante, el bocio de la mujer prácticamente no desciende del 50 %. El tiroides en estado dudoso oscila entre 14 y 24 % y los normales se van incrementando, para alcanzar su máximo de 47 % entre los 60-70 años. Los los varones, por el contrario, el número de bocios aumenta, aunque con oscilaciones, adquiriendo un máximo de 66 % a los 60-70 años. La normaliad asciende relativamente a favor de la disminución de los tiroides en potencia bociosa. Para mejor aclaramiento de los datos expresados, la figura n.º 1 representa el repartimiento de la frecuencia del bocio en relación en a la edad, en varones y hembras, así como en la totalidad. En ella puede recogerse como la máxima frecuencia de bocio se da para las hembras entre 10-20 años, y para los varones entre 60-70 años. Con objeto de poder apreciar con mas precisión la edad de incremento porcentual del bocio en relación a la edad puberal, el cuadro n.º 3 recoge las cifras absolutas y relativas del enjuiciamiento del tiroides desde los 10 a 20 años, cuyos porcentajes de frecuencia se representan gráficamente en la gráfica n.º 2. Es llamativo el predominio de bocio de la hembra ya desde los 11 años, alcanzando el 100 % a los 12, 14, 18 y 20 años. En los varones la elevación manifiesta está en los 14 años, con 83 %, descendiendo después, para elevarse y alcanzar el 100 % con 18 años. Cuando se tiene en cuenta la totalidad de los dos sexos, el aumento del bocio se inicia a los 14 años con 91 % y tras un descenso se mantiene en el 100 % a los 18 años.

 

 

Edad
(años)
Sexo TIROIDES Total Porcentajes de
Normal Dudoso Bocio Media
0 0-I I I-II II II-III III 0, 0-I I-II II y más
10 - - 1 - 1 2 - 4 25 - 75 63
- 1 - - - 1 1 4 50 - 50
11 1 - 3 3 2 1 - 10 40 30 30 33
- - 1 2 2 - - 5 20 40 40
12 - - 2 1 1 - 1 5 40 20 40 66
- - - - 2 - 2 4 - - 100
13 1 - 2 1 2 1 1 6 50 16 33 45
- - 1 1 - 2 1 5 20 20 60
14 - - 1 - 3 2 2 8 12 - 85 91
- - - - 3 1 - 4 - - 100
15 - 1 1 - 2 1 1 6 33 - 66 72
- - - 1 2 1 1 5 - 20 80
16 1 3 - 1 2 1 1 8 50 12 37 43
- 1 1 2 3 1 - 8 25 25 50
17 - - 6 - - 2 - 8 75 - 25 50
- - 1 - - 3 2 6 16 - 83
18 - - - - 3 1 - 4 - - 100 100
- - - - 6 1 1 8 - - 100
19 - - 2 1 - 1 - 4 50 25 25 63
- - - 1 1 3 2 7 - 14 85
20 - 1 3 - 2 - 1 7 57 - 42 60
- - - - 1 2 - 3 - - 100

Cuadro n.º 3.- Relación entre enjuiciamiento del tiroides, la edad y el sexo.

 

III. RELACIÓN ENTRE LA CLASIFICACIÓN DEL ENJUICIAMIENTO DEL TIROIDES Y EL RÉGIMEN ALIMENTICIO.-

Relación entre la dieta y la frecuencia de bocio, potencia de bocio y normalidad del tiroides.

Con una dieta grupo 0, que disfruta la clase privilegiada, el 46 % de los tiroides se presentan como normales, con 30 % en el grupo de ideales y 16 % en los normales. Un 11 % en potecia de bocio y 43 % con bocio. Con la dieta 1, menos completa que la anterior, de las personas de mediana posición, 39 % normales, con 19 % en el grupo ideal y 20 % en el normal. Los potencialmente bociosos se mantienen en 11 %  y los bociosos se elevan a 48 %.

Con la dieta 2, clases sociales económicamente débiles, en la normalidad estan sólo el 28 %, 10 % del grupo ideal y 18 % del normal. Los tiroides en potencia bociosa siguen en 11 %, mientras que los bociosos se elevan a 59 %. (Véase cuadro n.º 4 y gráfica n.º 3).

Los estados de potencia para el bocio son iguales para cualquier régimen alimenticio. Cuando la dieta es mas completa puede disminuir el porcentaje de bocios, que por el contrario se incrementa cuando ésta es deficitaria, con un balance opuesto en los tiroides normales.

 

 

AlimentaciónTIROIDES Total Porcentajes de
0 0-I I I-II II II-III III 0, 0-I I I-II II y más
0 10 11 11 8 14 7 10 71 30 16 11 43
1 8 23 32 19 31 25 159 19 20 21 11 48
2 4 25 53 34 70 50 52 288 10 18 11 59

Cuadro n.º 4.- Relación entre la clasificación del enjuiciamiento del tiroides y la dieta alimenticia.

 

IV.- RELACIÓN ENTRE EL ORIGEN DEL AGUA DE BEBIDA Y EL ESTADO DEL TIROIDES

Las fuentes derivadas del manantial A, esto es las A1, A2, A3, A4 y A5, prácticamente, excepto A3, quizás motivado por el escaso numero de personas a que se refiere, dan una proporción de bocios entre el 45 y el 68 %, con una media de 51 %. Los tiroides en potencia 12 % y los normales 35 % (17 % grupo ideal y 18 % grupo normal). Con el manantial B, una sola fuente, tiroides bociosos 55 %, dudosos 8 % y normales 36 % (18 % grupo ideal y 18 % normal). Cuando el agua procede de los diversos manantiales de los cortijos de los alrededores del pueblo, el bocio se eleva a 69 %, los dudosos 14 % y los normales a 24 % (1 % ideales y 23 % normales). (Véase cuadro n.º 5 y gráfica n.º 4).

 

 

 

Fuentes TIROIDES Total Porcentajes de
0 0-I I I-II II II-III III 0, 0-I I I-II II y más
A1 - 4 2 2 9 3 5 25 16 8 8 68
A2 - - 3 - 2 1 2 8 - 37 - 62
A3 3 9 7 11 9 8 4 51 23 13 21 37
A4 14 24 24 18 27 18 24 149 25 16 12 45
A5 1 10 34 17 29 24 23 138 7 24 12 56
A 18 47 70 48 76 54 58 371 17 18 12 51
B 3 12 15 6 28 12 4 80 18 18 8 55
Cortijos 1 - 13 8 10 14 15 56 1 23 14 69

Cuadro n.º 4.- Relación entre la clasificación del tiroides y el agua de bebida.

 

V.- FRECUENCIA DEL BOCIO POR ANAMNESIS Y EN REALIDAD.-

Como resultado de la encuesta a cada una de las personas examinadas de si padecían bocio (abultamiento del cuello) o no, hemos encontrado que de las 518 personas, sólo 35 sabían tener el cuello deformado por la tumoración tiroidea, lo que viene a representas el 6 %. De los que respondieron que no el 93 %. El resultado de nuestra exploración arroja cifras ya enunciadas de 55 % con bocio, 11 % dudoso y 33 % normales. Hay pues 49 % de la población con bocio auténtico, sin producir molestias o algún otro síntoma que le llame la atención a su poseedor. Véase gráfica n.º 5.

VI.- EDAD Y TALLA.-

El crecimiento de los habitantes de esta localidad puede recogerse en la gráfica n.º 6. Desde el nacimiento hasta los diez años no existe diferencia del crecimiento con relación al sexo. De los 10 a los 15 años, las hembras sobrepasan la talla del varón, y a partir de esa edad crece con lentitud para alcanzar a los 25 años la talla media de 1,50 m. Los varones, a partir de los 15 años, sobrepasan la talla de la hembra y se mantienen de esta forma para, en la edad adulta, llegar a 1,60 m.

 

 

VII.- EDAD Y PESO.-

La curva del incremento del peso con relación a la edad guarda un paralelismo e identificación en ambos sexos hasta la edad de 15 años, donde se inicia una separación de curvas, de trayecto paralelo, aunque mas elevada la de los varones. Por término medio el peso del varón alcanza su máxima a los 25 años, con 65 kg y la hembra a los 30 con 60 kg. Teniendo en cuenta los valores de la talla el varón esta en el peso teórico y la hembra en ligera obesidad. Véase gráfica n.º 7.

 

 

VIIl.- PERÍMETRO DEL CUELLO Y EDAD.-

El perímetro del cuello se incrementa paulatinamente y la diferencias de sexos muestra una curvas en sí paralelas y coincidentes en casi todo su trayecto. Los varones incrementan sus valores y se diferencian de las hembras a partir de los 17 años en adelante. En general, de 1 a 10 años el perímetro del cuello oscila entre 23 y 26 cm. De 10 a 15 anos, entre 26 y 30 cm. En los varones de 15 a 30 años el perímetro está entre 30 y 36 cm. Para las hembras de esta misma edad los valores son 30 a 33 cm. Los varones de 30 a 50 años llegan hasta 39 cm, mientras que para igual edad de las hembras desciende de 33 a 31 cm. Estas diferencias están de acuerdo con el incremento de bocio que sufren los varones en estas edades y la disminución que se verifica en la hembra. Véase gráfica n.º 8.

 

 

IX.- EDAD Y SUPERFICIE DEL TIROIDES.-

Conceptuamos como superficie del tiroides el producto de la media aritmética de la altura de los lóbulos laterales por la anchura del tiroides, expresada en cm2. Se han estudiado tiroides de edad entre 4 y 50 años, descartándose los de edad superior, a causa de su escasa frecuencia, así como las medias correspondientes a valores aislados con oscilaciones muy amplias. Tampoco se han incluido aquellos tiroides gigantes, que por ejemplo arrojan cifras de 112, 119 y 299 cm2, que en sí no habla de la media y que igualmente prestarían oscilaciones no del termino medio, sino particulares y por tanto sin interés estadístico. Se han estudiado 160 tiroides, 62 varones y 98 hembras.

En general la superficie del tiroides se incrementa con la edad , como era de esperar, alcanzando los máximos valores de los 17 a 25 años con cifras de 34 y 37 cm2 para las hembras, mientras que los varones en estas mismas edades se encuentran alrededor de 30 cm2 y alcanzan su máximo valor de 37 cm2 a los 40-50 años. Véase gráfica n.º 9.

 

 

IX.- EDAD Y SUPERFICIE DEL TIROIDES EN GRAMOS.-

Teniendo en cuenta la correlación que existe entre la superficie del tiroides en cm2 y su equivalencia en gramos de substancia, según deducciones de Ullman, Lieberherr y Rody[5] y los estudios estadísticos de Eggenberger[1a] mencionados en la página 3, podemos traducir las curvas de superficie del tiroides en su equivalencia en peso, cuyos resultados se representan en la Gráfica n.º 10. Se ha de señalar que conceptuamos como niños la edad de 4 a 11 años, en los que valoramos 1 cm2 = 0,75 gr; adolescentes entre 12 y 17 años, con 1 cm2 = 1,25 gr y adultos de 18 años en adelante, en los que hemos valorado 1 cm2 = 1,50 gr. En la misma gráfica, y para que sirva de pauta de comparación, se traza una curva que representa el peso teórico del tiroides según la edad (Aschoff[3] y Wegelin[4]). Es llamativo como el peso deductivo encontrado en todos los tiroides está por encima de lo conceptuado como teórico normal, no encontrando un tiroides de adulto con peso inferior a los 40 gr. En general puede recogerse lo que ya es conocido característico de las zonas de endemia, de que el tiroides de la mujer, en iguales circunstancias de edad y peso, es mayor que el del hombre.

 

 

X. - BOCIO Y NÚMERO DE LA SERIE DEL PARTO.-

La frecuencia del bocio en relación al lugar que ocupa el individuo en la serie del parto nos muestra que al incrementarse éste, el bocio sufre una aumento paulatino. En el primer y segundo parto existen 55 % de bocios y ya en el séptimo y octavo el 70 y 75 % respectivamente. También los tiroides en potencia bociosa muestran ese ascenso, pues del 6 % en el primero se eleva en el 8º y 12º parto hasta el 30 y 50 %. Los tiroides en estado normal muestran el descenso que es de esperar, pasando del 37% en el 1er parto al 25 % en el 10º. Véase gráfica n.º 11.

 

 

XI.- RELACIÓN ENTRE UNA PERSONA Y SU ANAMNESIS FAMILIAR.-

Al intento de buscar una relación entre el individuo Y la anamnesia familiar ha conducido a los resultados expresados en el cuadro n.º 6. De 367 historias estudiadas, podemos deducir que para un varón, en el 9 %, su padre y madre son bociosos; 21% sólo la madre y 24 % los hermanos. Para las hembras, 3 % padre y madre, 19 % la madre y 24 % los hermanos. Si no se tiene en cuenta la diferenciación de sexos, en el 6 % padre madre bociosos, 2 % el padre, 20 % la madre y 25 % los hermanos.

El valor de la herencia, tanto de constitución como de ambiente, no puede ser deducido sólo de la anamnesis, como es comprensible, pues el bocioso a veces desconoce, no solo el estado del tiroides de sus ascendientes y descendientes, sino incluso que el mismo es bocioso, como se ha podido recoger en nuestra estadística, de aqui que las deducciones han de estar basadas sobre los datos propios de la exploración.

Madre con bocio es diez veces mas frecuente que padre con bocio —predominio de tiromegalias en la mujer—. Hermanos con bocio 25 veces mas frecuentes que sin él. Hijos con bocio 14 veces bocioso contra 1 sin bocio.

XII.- TALLA Y PERÍMETRO DEL TÓRAX EN LOS RECLUTAS.-

Del archivo del Juzgado local se han obtenido los valores medios de talla y perímetro de tórax de los reclutas a partir de 1936. Se han recogido en total 181 reclutas, cuya talla media general es de 1,64 m. y un perímetro torácico de 86 cm. De ellos solo existen tres con talla por debajo de 1,50 m, uno de ellos francamente enano con 1,39 m, lo que referido a la totalidad nos da 16% de reclutas que se libran del servicio militar por talla pequeña, en ese periodo de tiempo. Véase cuadro n.º 7.

 

CÁSTARAS RECLUTAS
Año Nacimientos Defunciones Número Talla
mm
Perím.
torácico
cm
Observaciones
1934 58 28 - - -  
5 81 15 - - -  
6 65 28 6 1.634 85
7 42 27 4 1.657 83  
8 72 20 6 1.679 85  
9 39 16 - - -  
1940 67 25 - - -  
1 50 22 - - -  
2 47 23 16 1.610 88,8  
3 53 29 22 1.530 85  
4 51 20 14 1.595 65  
5 64 14 12 1.663 89  
6 55 19 14 1.710 86 1 con 1390 y 74 cm.
7 40 16 10 1.676 83  
8 56 31 4 1.694 86  
9 49 22 15 1.657 84  
1950 39 22 - - -  
1 44 18 - - -  
2 54 18 20 1.639 92  
3 47 11 20 1.670 83  
4     22 1.650 94 1 con 1450 y 77 cm.

Cuadro n.º 7.- Relación de los nacimientos, defunciones, número de reclutas, con su talla y perímetro de tórax medio, así como los libres de servicio militar por talla pequeña, del pueblo de Cástaras en estos últimos veinte años.

 

XIII.- NATALIDAD Y MORTALIDAD.-

La relación de la natalidad y mortalidad en los ultimes 20 años muestra un balance positivo a favor de la natalidad, lo que no se traduce en un aumento de la población debido a la contínua emigración. Véase cuadro n.º 7.

 

 

En general los bocios de esta localidad son normofuncionales, con ligera desviación hacia la hipofunción. Formas graves de degeneración cretínica hemos encontrado en dos mujeres, que para el total de explorados da un porcentaje de 0,38 %. Bocios con idiotismo hemos tenido ocasión de analizar dos casos, en varones de 18 y 20 años, lo que da un porcentaje análogo al de cretinos.

Deformidades congénitas solo hemos podido observar dos, una agenesia de antebrazo y mano en un niño de 10 años y una deformidad de mano en un hombre de 20 años.

Hernias, varices y caries no son muy frecuentes. Durante nuestra exploración hemos tenido ocasión de observar, 1 asma, 1 epilepsia, 1 corea, y 1 cardiopatía. La menarquia aparece entre los 13 y 16 años.-

CONCLUSIONES.-

La Alpujarra había ya sido señalada por Marañón como zona bociosa, pero conceptuada como poco afectada. Los estudios de Ortiz de Landázuri y colaboradores ponen de manifiesto que la endemia es de más importancia que se le daba y en el presente trabajo viene a confirmarlo, demostrando como en una localidad de esta comarca, en Cástaras, solo un tercio de sus habitantes posee un tiroides en estado normal, y el resto, el 54% con bocio y el 11% en estadio, si no patológico, en potencia de serlo. Estos bocios se presentan en tamaño variable, y si en verdad su volumen puede cambiar su sintomatología subjetiva y los riesgos de la vida del portador, para la clínica, tanto los grandes como los pequeños, constituyen entidad única, que influye por sus trastornos funcionales en las diferentes actividades en que interviene el tiroides. El bocio, aquí, se encuentra prácticamente en todas les edades. Ya antes de los cinco años aparece en el 50%. En algunos niños de pecho que hemos tenido ocasión de explorar, presentaban ya su bocio efectivo, síntomas que son reconocidos por todos los interesados en bocio como masividad de endemia.[1b] Con la pubertad, sufre un aumento, mas manifiesto en la hembras, que alcanza hasta el 100 %. Con el aumento de los años regresa algo, pero siempre se mantiene en cifras no inferiores al 50%.

Se ha observado que la alimentación influencia en la cifra de frecuencia del bocio, pues las clases económicamente acomodadas, sufre menos, 43 %, quizás debido a la posibilidad de alimentarse con productos de importación o por tener un régimen más completo, lo que falta en los económicamente débiles, que con dietas, aunque suficientemente calóricas, son deficitarias, si no en todo el año, al menos en ciertas épocas, lo que puede conducir a estados de carencia que acentúan el factor primario de la falta de iodo del ambiente y justifica el aumento de frecuencia hasta 59%. Esto parece claro al estudiar la relación entre bocio y suministro de agua, pues aunque no se analizó el contenido de iodo de sus manantiales, se conocen los de otras localidades próximas, de iguales condiciones climáticas y geológicas, de la misma vertiente sur de Sierra Nevada, como Cañar, Capileira, Bubión, Pampaneira y sobre todo Pitres, (pág. 11)[52a] en los que el contenido de iodo del agua estaba siempre por debajo del conceptuado como normal[52b], lo que hace suponer que esta localidad que estudiamos presente también esa baja de iodo, lo que justificaría que los dos manantiales que suministran al pueblo den cifras de bocio de 51 y 48%, sin apenas diferencia, mientras que los cortijos y caseríos de alrededor, con fuentes muy diversas, que viven aislados y mas en monotonía alimenticia lleguen a 67%.

La anamnesis que puede suministrar el bocioso en zona de endemia es de muy escaso valor, pues de 60 % con tiroides clínicamente patológicos, solo en el 6 % tienen conocimiento de su estado bocioso.

El crecimiento corporal de la población no presenta diferencia con relación al sexo hasta los 15 años, edad en que el varen sobrepase la talla de la hembra. Eh Güejar Sierra, en la otra vertiente de Sierra Nevada, se había podido comprobar que esta diferencia aparecía ya a los 13 años, y de acuerdo con los datos allí encontrados, también 3e aprecia en esta zona una disminución de la talla media, para edad y sexo, en relación con la conceptuada como normal.[47] En esta localidad hemos encontrado que en el espacio de los últimos 14 reemplazos, 1,6 % de sus reclutas se libran del servicio militar por pequeña talla. La curva de peso con relación a la edad no presenta diferencia con relación al sexo hasta los 15 años, edad en que predomina el peso del varón. Al comparar estas curvas con las Michel Nelson[61] guardan un cierto paralelismo, aunque con valores inferiores.

La curva que relaciona el perímetro del cuello con la edad no presenta diferencia, con respecto al sexo, hasta los 15 años, donde el varón sobrepasa las cifras de la hembra. Al valorar la superficie del tiroides en cm2 en su equivalencia en gramos de substancia, se reconoce todos los tiroides están con un peso superior al teórico, no encontrando un adulto con un peso inferior de 40 gr. El peso del tiroides en la mujer sobrepasa al del hombre en iguales circunstancias de edad y peso, característica reconocida para las zonas de endemia.[2a]

Si se tiene en cuenta el numero que ocupa el individuo en la serie del parto, a medida que éste se eleva, el porcentaje de bocios se incrementa, como ya Eugter[62] y Wespi[2b] habían tenido ocasión de comprobar. Lo masivo de la endemia de este lugar se demuestra que ya en los individuos del primer parto en el 50% tienen bocio. Parece ser que durante el embarazo, las exigencias en tiroxina del nuevo ser, con su activo metabolismo, se incrementan y con ello las necesidades en iodo, que naturalmente se han de suministrar de las reservas de iodo de la madre, cuyo tiroides, si ya estaba en exhaustación se acentúa, pudiendo llegar a inducir en el nuevo ser análogas circunstancias a las suyas, con el consiguiente estímulo hipofisario y puesta en marcha del bocio congénito, que se puede recoger ya al nacer, o como tenemos ocasión ahora, en edad posterior. Se comprende que este mecanismo se repita en cada parto, encontrado cada vez menor depósito de iodo, sobre todo donde el medio ambiente no suministra la cantidad necesaria, circunstancias que se dan en las zonas de endemia.  Vemos pues que el factor hereditario, manejado como factor etiológico, puede desplazarse a un factor exógeno. Por ello conviene llamar la atención en este lugar a la importancia que tiene conocer el estado de la glándula materna para el bocio de los hijos, y de aquí que la clínica de Obstetricia, con el material que pueden suministrar, sea hoy el lugar mas apropiado para controlar lo más pronto posible el efecto de los medios terapéuticos y preventivos contra el bocio, como tenemos ocasión de señalar en la página 37.

La anamnesis familiar sacada de las exploraciones, constata que la madre tiene bocio 10 veces mas frecuente que el padre, hermanos con bocio 25 veces mas frecuentes que sin él, y que los hijos, 14 contra 1 tienen bocio.

Esta localidad bociosa presenta un 0,38% de degeneración cretínica, igual cifra para porcentaje de idiotas y de deformidades congéitas de gran manifestación, con 0,57% de sorderas progresivas. Hernias, varices y caries, no has sido llamativos los casos observados.

A la vista de todas estas deducciones, puede decirse que esta zona  de la Alpujarra al ser estudiada sistemáticamente y con fines estadísticos se demuestra fuertemente endemizada de bocio, si se compara con lugares bociosos reconocidos como tales por la literatura médica mundial,  como las localidades de Kaisten, Asp, y Schinznach,[1c] donde, en épocas anteriores a la profilaxis, existían 46%, del termino medio de las tres localidades, de escolares con bocio. En Cástaras solo un tercio de la población tiene un tiroides normal y el resto está sometido a las influencias de un tiroides clínicamente bocioso con todas sus posibles consecuencias evolutivas.

Lo que aquí se tiene ocasión de comprobar creo que podría repetirse en otras zonas conceptuadas escasas o ligeramente bociogenas, pues dada la constitución geológica de nuestra península, y comparándola con las descripciones clásicas de los lugares donde puede asentar el bocio, es de esperar que se dé con una mayor frecuencia de la que se ha supuesto, y atestiguación de ello es el acuerdo de la Sociedad Española de Endocrinología de llamar la atención a los poderes públicos para poner medios encaminados a la posible abolición de la endemia bociosa en España.

La única medida efectiva para evitar el bocio es la PROFILAXIS, por ello, la segunda parte de este trabajo quiere dar a conocer sus fundamentos, y los resultados obtenidos en lugares donde se viene practicando desde hace tiempo, lo que podría servir de pauta para la aplicación en nuestra Patria.

 

 

[...]

Felipe Rodríguez Moreno

Doctor en Medicina

 

 


[1] (a↑ b↑ c↑) Eggenberger, H.: «Kropf und Kretinismus». Handbuch der inneren Sekretion. Leipzig, 1928.

[2] (a↑ b↑) Wespi-Eggenberger, J.: Die Kropfprophylaxe. Ergebnisse d. inneren Medizin und Kinderh. Spreinger. Berlín, 1942.

[3] Aschoff, L. «Über den Kropf bei Neugeborenen und Kindern». Arch. f. Kinderhk. 1935, 105-159.

[4] Wegelin, C.: «Schilddrüse», in Henke-Lubarsch: Handb. spez. path. anat. Springer. Berlín. 1926.

[5] Ullman, Lieberherr und Rody: cit. 1

[47] Morreale G.; Ortiz de Landázuri, E.; Mora Lara, J. R.; Escobar del Rey y Aranzana, A.: «La iodemia en el bocio endémico». Revista Clínica Española, (55) 1954. p. 247.

[52] (a↑ b↑) Morreale de Castro, G.; Escobar del Rey, F; Mora Lara, R. J.; Ortiz de Landázuri, E.: Revista Clínica Española (50), 1953. p. 285.

[61] Nelson, Michel: Texbook of Pediatrics. Philadelphia, 1950.

[62] Eugster, J.: Archiv der Julius Klaus-Stiftung (9), 1934. p. 275.

 

Francisco Felipe Rodríguez Moreno: «Estudio estadístico del estado del tiroides de los habitantes del pueblo de Cástaras, Alpujarra, zona de endemia bociosa de la provincia de Granada». Aspectos del estado actual de bocio en España y fundamentos para su profilaxis. Tesis doctoral inédita. Universidad de Granada, 1955, pp. 13-30. Publicado en Recuerdos de Cástaras por cortesía y con permiso de autor.

 

 

Otros estudios sobre el bocio en Cástaras

Con posterioridad al trabajo de Rodríguez Moreno, doctores de la misma escuela (Esteban Velasco, Morata García, Higuera Rojas e Ibáñez González) estudiaron el bocio en 28 niños y 24 niñas escolares de Cástaras —entre ellos quien esto escribe—, publicando los resultados  en febrero de 1962 en el artículo «Bocio endémico en La Alpujarra (Granada) estudiado con I131».

Más tarde, en 1990, la doctora en Farmacia Purificación Muros Guadix incorporó a su tesis doctoral, titulada Análisis de yodo. Prevalencia del bocio endémico en La Alpujarra granadina, un extenso estudio del bocio en Cástaras desde el punto de vista bromatológico.

En futuras páginas de este apartado nos ocuparemos de ambos trabajos.

 

 

Recogiendo esta parte de nuestro pasado que no debe ser olvidada, Recuerdos de Cástaras se honra al publicar esta página. Es un testimonio de afecto, recuerdo, gratitud y homenaje hacia Francisco Felipe Rodríguez Moreno, que extendemos a los doctores de aquella escuela médica granadina de la que formó parte, a su maestro, el muy ilustre doctor Eduardo Ortiz de Landázuri, y a todos los que han contribuido de una u otra forma para erradicar de Cástaras la lacra del bocio.

Agradecimientos

Expresamos nuestra gratitud a las siguientes entidades y personas por las facilidades ofrecidas durante la preparación de esta página:

 

 

 

 

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Fecha de publicación:

1-4-2011

Última revisión:

14-4-2023