Jonathan, mon ange d'amour
En Recuerdos de Cástaras, buscamos preservar y compartir la memoria de nuestro pueblo a través de relatos, documentos y testimonios que dan vida a su historia y al vínculo especial que muchas personas mantenemos con él. En este contexto, la reseña de Jonathan, mon ange d'amour de Isabelle Casal-Ruiz adquiere un significado especial para nosotros, ya que no solo habla de una experiencia personal y espiritual, sino también de recuerdos y de la importancia de lugares vinculados a nuestra identidad castareña.
Aunque el libro es un testimonio personal sobre el duelo y la espiritualidad, Cástaras ocupa un lugar especial en los recuerdos de la autora. En sus páginas, se evocan momentos de infancia ligados al pueblo, a su paisaje y a sus habitantes, convirtiéndolo en un espacio de memoria y reencuentro. Por ello, consideramos relevante incluir esta obra en el apartado ‘Escritos y publicaciones’, como un ejemplo más de cómo Cástaras sigue viva en la memoria de quienes, de una forma u otra, han formado parte de su devenir.
Isabelle Casal-Ruiz nos presenta en Jonathan, mon ange d'amour un testimonio profundamente personal sobre la pérdida y la búsqueda espiritual tras la muerte de su hijo Jonathan. La obra, a medio camino entre la autobiografía y la reflexión espiritual, narra la experiencia de la autora al reconstruir su pasado, reviviendo recuerdos de la infancia y buscando significado en las señales que percibe en su vida cotidiana. A través de una prosa emotiva, la autora comparte su duelo y el proceso de sanación a través de la fe y la conexión con su hijo fallecido.
La obra está dividida en tres partes, que en conjunto trazan un recorrido emocional: la primera se centra en la vida de Jonathan y su relación con su madre, explorando los desafíos que enfrentaron debido a la miopatía de Duchenne, una enfermedad degenerativa que afectó su movilidad. La segunda parte aborda la dimensión espiritual, relatando las manifestaciones y mensajes que la autora cree recibir de su hijo tras su fallecimiento. Finalmente, la tercera parte se orienta hacia la esperanza y la reconstrucción emocional, transmitiendo un mensaje de consuelo a quienes han sufrido la pérdida de un ser querido.
El relato transcurre principalmente entre los años 1980 y 2000, cubriendo la infancia, adolescencia y fallecimiento de Jonathan, así como el proceso de duelo de su madre en los años posteriores.
En el transcurso del relato, el pueblo de Cástaras se erige como un refugio de recuerdos y emociones para la autora. En varias ocasiones, la autora rememora su relación con nuestro pequeño enclave alpujarreño, un lugar que guarda en su memoria vinculado a su infancia y como parte esencial de su identidad familiar. Casal-Ruiz describe Cástaras como un «un village blanc très beau, perdu dans la montagne», rodeado de bosques y con vistas a la Sierra Nevada. Estas evocaciones no solo reflejan la belleza del paisaje, sino también el impacto emocional que tiene en la autora su regreso a este lugar de la niñez.
Uno de los momentos más significativos es cuando visita el pueblo en busca de la casa de su abuela, de la que solo quedan ruinas. En este contexto, un encuentro fortuito con un anciano, que resulta ser su primo (Juan Salas), le confirma la ubicación de la vivienda. Este episodio ilustra el tono de la obra, donde los recuerdos se entrelazan con la idea de destino y la intervención de fuerzas superiores en el viaje de la autora.
Cubiertas delantera y trasera.
A continuación, se presenta una selección de extractos con su correspondiente traducción al español, centrados en la relación con Cástaras y el encuentro con Juan Salas, el curandero, y su esposa Adela, como ejemplo del contenido del libro. En la traducción, se ha procurado mantener y transmitir tanto el estilo como la emoción de la versión original.
Français |
Español |
Nous continuons notre route pour Castaras, village voisin de Torvizcon. Castaras est vraiment un beau petit village blanc, perdu dans la montagne. Ce village se compose de trois niveaux. Il se situe au milieu des forêts et des montagnes. Au loin, les neiges éternelles pointent leurs nez au sommet de la Sierra Nevada. Le paysage est magnifique et je ne peux m'empêcher de me voir courir, sauter, jouer comme autrefois. J'ai l'impression de voler. Moi qui craignais un peu ce voyage, je me sentais si bien. (p. 195) |
Continuamos nuestro camino hacia Cástaras, un pueblo vecino de Torvizcón. Cástaras es un pueblo blanco muy bonito, perdido en la montaña. Este pueblo está formado por tres núcleos. Está situado en medio de bosques y montañas. A lo lejos, las nieves perpetuas asoman en las cimas de Sierra Nevada. El paisaje es magnífico y no puedo evitar verme corriendo, saltando, jugando como antes. Me siento como si estuviera volando. Yo, que temía un poco este viaje, me sentía muy bien. |
Après avoir parcouru tous les recoins, il me restait à visiter le haut du village où j'allais peut-être trouver la maison de ma grand-mère. Bien entendu, en haut du village il ne reste que trois personnes âgées et la commune à décider de faire une belle route. Moi je veux empreinter le chemin que nous faisions autrefois, mais celui-ci n'est plus praticable. Mon mari ne connaît pas du tout le chemin car c'était la première fois qu'il venait dans ce coin d'Espagne. Il n'était pas trop rassuré et il se demandait où nous allions atterrir. (p. 195) |
Después de recorrer todos los rincones, me quedaba por visitar el barrio alto del pueblo, donde quizás encontraría la casa de mi abuela. En aquel barrio solo quedaban tres personas mayores y el municipio decidió hacer una bonita carretera. Yo quería tomar el camino que solíamos recorrer antes, pero ya no es transitable. Mi marido no conoce para nada los caminos, ya que era la primera vez que venía a esta zona de España. No estaba muy tranquilo y se preguntaba dónde íbamos a llegar. |
Arrivés en haut de ce village El Barrio Alto, je ne peux m'empêcher de lever les yeux au ciel et crier de joie. Je m'adresse à mon fils, folle de joie: 'Nous sommes arrivés mon coeur! Je sais que tu es avec moi. Tu m'as conduite là ! C'est grâce à toi que pour la première fois de ma vie j'ai réussi à monter par ce sentier sans crainte ni peur. Merci à toi et à Dieu. Je sais que tu m'entends.' (p. 196) |
Al llegar a la cima de este pueblo, El Barrio Alto, no puedo evitar levantar los ojos al cielo y, de repente, veo cómo el viento abre la tapa del pequeño santuario donde se erige una cruz de hierro, al pie de la cual está grabada la siguiente inscripción: "Hemos plantado esta cruz en memoria de aquellos que dieron su vida por nuestra patria". |
Après avoir remercié Dieu et mon fils de ce clin d'oeil, je dis à voix haute: "Maintenant mon ange on va voir si on est capable de reconnaître la maison de ma grand-mère." C'est très difficile, il n'y a que des ruines, mais une chèvre blanche est debout sur le chemin et sa tête repose sur un portail. Je dis à mon mari: La chèvre blanche a été mise du ciel pour m'indiquer que c'est la maison de ma grand-mère.
Le tour de cet endroit est vite fait, nous nous apprêtons à partir.
Soudain, un vieux monsieur tout maigre, vêtu de noir, un béret sur la tête sort de sa porcherie. Au moment où je passe devant lui, je lui demande si ça fait longtemps qu'il demeure là. Il me répond: Depuis toujours.
Alors je lui demande s'il peut me confirmer la maison de ma grand-mère. C'était bien la ruine où se trouvait la chèvre blanche. (p. 197) |
Después de agradecer a Dios y a mi hijo por aquel guiño, dije en voz alta: «Ahora, mi ángel, vamos a ver si somos capaces de reconocer la casa de mi abuela». Era muy difícil, solo quedaban ruinas, pero una cabra blanca estaba de pie en el camino y apoyaba la cabeza sobre el marco de una puerta. Le dije a mi marido: «La cabra blanca ha sido enviada del cielo para indicarme que esta era la casa de mi abuela».
El recorrido por este lugar es rápido, nos disponemos a partir.
De repente, un anciano muy delgado, vestido de negro, con una boina en la cabeza, salió de una cuadra cuadra. Al pasar junto a él, le pregunté si llevaba mucho tiempo viviendo allí. Me respondió que desde siempre. Luego le pregunté si podía confirmarme cuál era la casa de mi abuela. Efectivamente, era la ruina donde se encontraba la cabra blanca.
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A ce moment précis, un vieil homme à la peau burinée par le soleil s'approche lentement de nous et nous salue poliment. (p. 197) |
En ese preciso momento, un anciano de piel curtida por el sol se acercó lentamente hasta nosotros y nos saludó cortésmente. |
A son tour il me demande qui j'étais. Quand j'ai prononcé le nom de mes parents, Jean c'est mis à crier : 'Un parent, un parent !!!' Apparemment l'idée de savoir que j'étais leur fille l'a rendu très heureux et il nous invite à passer chez lui en me disant : 'Je suis un cousin germain de ta mère, tu ne le sais pas ?' (p. 198) |
A la vez, me preguntó quién era. Cuando pronuncié el nombre de mis padres, Juan gritó: «¡Un pariente, un pariente!» Al parecer, saber que estábamos emparentados lo hizo muy feliz y nos invitó a su casa, diciéndome: «Soy primo hermano de tu madre, ¿no lo sabías?». |
Voilà que nous décidons de redescendre la montagne. Soudain, comme si on me disait: "Bonne route du ciel", le ciel se met à gronder et sans tarder un orage terrible éclate. J'ai l'impression d'être portée par des ailes et voler avec mon fils à mes côtés. Au fond de moi-même, je me sens comme renaître. C'est comme si quelque chose en moi était parti et que je n'étais plus la même. C'est rayonnante de joie sous une pluie en petite tenue d'été, que je suis arrivée toute trempée chez Adela, au quartier haut de CASTARAS. (p. 210) |
Así que decidimos descender la montaña. De repente, como si alguien me dijera: «Buen viaje desde las alturas», el cielo comenzó a retumbar y, sin demora, estalló una tormenta terrible. Sentí que me llevaban sobre alas y volaba con mi hijo al lado. En lo más profundo de mi ser, noté como si renaciera. Era como si algo en mí se hubiera ido y ya no fuera la misma. Radiante de alegría, bajo la lluvia y con mi ropa de verano ligera, empapada hasta los huesos, llegué a casa de Adela, en el barrio alto de Cástaras. |
Après un bon café, nous reprenons la voiture pour aller rejoindre notre hôtel. Soudain un brouillard très épais surgit venant gâcher cette merveilleuse journée. Je ne suis pas du tout rassurée sur ces petites routes de montagne. Mon mari ne dit rien mais il est crispé, livide; on ne voit pas à cinquante mètres. Tout de suite je m'adresse à mon ange d'amour d'un ton assez fort: "Jonathan mon cœur, tu sais combien maman a horreur du brouillard. Demande à Dieu de te permettre de nous éclairer. Sers-toi mon Amour des rayons du soleil." J'étais certaine qu'il viendrait à mon aide et c'est ce qu'il s'est produit. D'un seul coup, un rayon de lumière blanche et éclatante a fait son apparition. (p. 210-211) |
Después de un buen café, subimos al coche para volver al hotel. De repente, una niebla muy espesa apareció, estropeando aquel maravilloso día. No me sentía nada tranquila en esas estrechas carreteras de montaña. Mi marido no decía nada, pero estaba tenso y lívido; no se veía a cincuenta metros. Inmediatamente me dirigí a mi ángel de amor con un tono bastante fuerte: «Jonathan, mi corazón, sabes lo mucho que a mamá le horroriza la niebla. Pídele a Dios que nos ilumine. Usa, mi amor, los rayos del sol». Estaba segura de que vendría en mi ayuda y así fue. De golpe, apareció un rayo de luz blanca y deslumbrante. |
Casal-Ruiz, Isabelle. (2002). Jhonathan, mon ange d'amour. París, Publibook. Fragmentos. Traducción de Jorge García para Recuerdos de Cástaras.
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Un testimonio de amor, fe y trascendencia
La narración de Casal-Ruiz es un testimonio de la búsqueda de consuelo y sentido tras una pérdida devastadora. No solo explora el dolor del duelo, sino también la lucha de Jonathan y su madre por superar los obstáculos impuestos por su enfermedad, reforzando el vínculo entre ambos. A través de su relato, Cástaras se convierte en un espacio simbólico, donde pasado y presente se unen en la reconstrucción de su identidad.
El libro, además de ser una reflexión sobre el duelo, es también un homenaje a los lugares de la infancia y a la fuerza de los vínculos familiares, incluso más allá de la muerte. Casal-Ruiz deja un mensaje de amor perdurable, mostrando cómo la conexión con un ser querido trasciende lo terrenal y se convierte en un legado de esperanza.
La obra se inscribe dentro del género testimonial, con fuertes elementos autobiográficos y tintes espirituales. El estilo de Casal-Ruiz es directo, sencillo y conmovedor, buscando conectar con el lector a través de la sinceridad y la vulnerabilidad. Su voz narrativa transmite la autenticidad de su experiencia, ofreciendo una mirada sincera a su proceso interior. El lenguaje, aunque no sobresale por su complejidad literaria, es efectivo para comunicar la intensidad de sus sentimientos y vivencias.
La religión, espiritualidad y fe, en este caso el catolicismo de la autora, está presente en todo momento. Casal-Ruiz comparte sus experiencias místicas y su conexión con lo divino, invitando al lector a considerar la posibilidad de otra realidad más allá de lo terrenal.
Sobre la autora
Isabelle Casal-Ruiz, que firma como Isabelle Cara, nació el 13 de noviembre de 1955 en Marruecos. Desciende de Cástaras por línea materna. Pasó su infancia en Torvizcón, donde vivió desde los dos hasta los nueve años. Ha trabajado como enfermera en el hospital Bel-Air de Thionville, Francia, y es madre de Jonathan, quien nació el 17 de febrero de 1979 y padecía miopatía de Duchenne, falleciendo el 5 de noviembre de 1995 a los 16 años.
Su libro surge como un testimonio personal de duelo y conexión espiritual, con Jonathan como eje central. Narra su proceso de sanación y la búsqueda del sentido de la vida tras la pérdida de su hijo.