TIMAR.- No voy a relatar la serie de peripecias e incomodidades que tuve que pasar junto con mi familia para llegar a mi destino a cumplir con la misión tan alta, noble y digna como es la de enseñar al que no sabe.
Únicamente expongo aquéllos que son motivo de este relato, haciéndome cargo de las incomodidades que todos tenemos que soportar y sufrir.
Nos encontramos aislados, sin carretera(1), sin medios de comunicación (salvo caballería), no sólo con Granada, sino con los pueblos más próximos, como Cádiar, Nieles, Lobras, Cástaras y Narila.
Las consecuencias que trae consigo la falta de comunicaciones son enormes. Ya se pueden deducir. Recaen sobre todos. No obstante relataré algunas, según he oído decir y yo mismo he podido comprobar. El pueblo, de una manera alarmante, viene a menos, o mejor dicho, ha venido, pues faltan aproximadamente más de la mitad de los vecinos, que en lo más íntimo de su ser anhelan el retorno a su patria chica, pues en ella se criaron y tienen a sus familiares, a sus amigos y a sus pequeñas propiedades dejadas en manos extrañas.
Las frutas de este lugar, tan sabrosas, no se pueden poner adecuadamente en el mercado a su debido tiempo por falta de comunicaciones, ya que no pueden venir vehículos motorizados a por ellas, con el consiguiente quebranto económico del propietario.
Tengo deseos de terminar para no hacer demasiado largo y monótono este relato, máxime cuando las razones expuestas son suficientes para definir la necesidad de la tan ansiada carretera. Pero antes de terminar quiero hacer mención de los sufrimientos padecidos por una madre de familia(2) que tuvo que ser transportada en una camilla por siete fornidos y sufridos vecinos, atravesando durante ocho kilómetros veredas y barrancos, desde Tímar a la cuesta del Molino, para que un coche la llevara a un centro sanitario donde pudiera dar a luz.
Qué admirable lección de fe y esperanza están dando los pocos vecinos que quedan, esperando que se inicien los trabajos de la tan deseada carretera, ya que indudablemente aumentaría el nivel de vida, sobre todo si se reanudaran los trabajos de explotación de unas minas de mercurio que el pueblo posee. Si esto fuera posible, no solamente se terminaría la emigración, sino que volverían los que se fueron y todos juntos, por la senda de la justicia, de la paz y del trabajo, levantaríamos un pueblo caído, aportando nuestro granito de arena para el engrandecimiento de nuestra Granada y de nuestra madre Patria.- Antonio Villena(3), maestro nacional.
Notas:
(1) La carretera fue construida, siete años después, en 1974
(2) Creemos que habla de Antonia Martín
(3) Antonio Villena, natural de Padúl, estuvo destinado en Tímar a final de los 60
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