Como en cualquier región agrícola el agua, ya sea para riego o para el consumo humano, es un recurso indispensable y por ello sumamente preciado. Los árabes y moriscos que poblaron la Alpujarra, valorando aún más si cabe el escaso bien, fueron capaces de adaptarse perfectamente al entorno montañoso y supieron aprovechar y administrar con suma eficacia los cambiantes recursos hídricos de la zona. Testimonio de ello son las numerosas acequias y albercas que perduran, en perfecto estado de conservación, en toda la comarca, constituyendo algunas de ellas autenticas obras de ingeniería (ver Senderos Cortos: La acequia, o Nota I al respecto).
De hecho, tras la expulsión de los moriscos, en la "Instrucción para que las personas que hemos nombrado para la administración de nuestra hacienda sepan y entiendan lo que han de hacer", con fecha del 22 de marzo de 1571, se indica lo siguiente ( F. Rodríguez: pg. 72-73 ):
"han de ser obligados ... a alzar, a su costa, las presas de los ríos y a limpiar las acequias y a encaminar las aguas para el riego de las heredades, y a guardar, en la manera del riego, las ordenanzas de la cabeza del partido".
Prueba de estos conflictos sirva la copia del manuscrito, realizado a plumilla y coloreado, sobre: "El Barranco de los Molinos, situado entre los términos de la villa de Jubiles y los lugares de Tímar y Lobras", que acompañaba al pleito por la propiedad del agua celebrado en 1785, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Madrid), y que nos ha proporcionado nuestro inestimable amigo Ángel Bañuelos, de Nieles.
Con independencia de litigios y para mostrar la especial dedicación que esta tarea precisa, sirva a modo de ejemplo la forma en que se realizaba (y que en buena medida aún se mantiene) el reparto de las aguas de riego en el pueblo de Tímar (a resulta de la aplicación de las ordenanzas por las que se deben regir):
El agua para regar, procedente del río Timar, es compartida por los agricultores de las localidades de Juviles, Lobras y Tímar. Y aunque con el transcurrir de los siglos las normas han cambiado (ver Nota II al respecto), en la actualidad, a estos últimos pueblos le corresponde toda el agua disponible que baja por el río, desde la puesta de sol (por el cerrajón de Murtas) los miércoles hasta la salida del sol el domingo (por la sierra). A estos días se denominan de Tanda Mayor. Por ello, semanalmente y de forma alterna, un regante de uno u otro pueblo debe subir (los miércoles) para echar el agua en 'El guiaero', en la presa de Juviles.
Así mismo una vez al año, a comienzos de primavera, los acequieros deben subir al guiaero existente en la cabecera del río Tímar (para más detalle ver la ruta: 'Cabecera de los ríos Tímar y Nieles') para reconducir toda el agua disponible, debiendo pasar por el cortijo 'del Horcajo'
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, dejándole una alberca llena para los animales, y recorrer el cortijo de 'los Praillos'
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destapando en este todas las albercas que hubiera.
Desgraciadamente, ya sea por desconocimiento (de los actuales propietarios) o por dejadez de la autoridad responsable, estas tradiciones y derechos ancestrales están cayendo en el olvido y por tanto dejándose de cumplir impunemente. (Ver en el Lapidario nota al respecto).
Por todo ello: la conservación y el mantenimiento de las acequias y albercas, el reparto por bancales y la distribución equitativa del agua resultaba una tarea bastante compleja, que precisaba gran dedicación para lograr su correcta administración. Motivo por el cual se requería el auxilio de dos acequieros: uno que gestionaba la distribución de las aguas del pueblo (en Tanda Mayor) y otro para hacerlo con el agua de la Alberca y de la alberquilla (esta última durante la Tanda Menor).
Durante la Tanda Mayor, en Tímar, el agua es dividida en dos mitades en el 'partiero' existente junto al antiguo molino de harina (foto adjunta). La mitad correspondiente a Lobras se deja caer al río para allí ser recogida y llevada por su acequia hasta el pueblo (ver Senderos Cortos: Lobras).
La "Tanda del agua" (periodo de riego) va desde el mes de Abril hasta el de Octubre, a su vez en función del día de la semana se divide, como ya hemos citado, en Tanda Mayor (de Jueves a Sábado/Domingo) y Tanda Menor (de Domingo a Miércoles). Durante la Tanda Menor toda el agua recogida en 'La Presa' es de Tímar, cortándose para ello la acequia en el 'partiero'.
Si por algún motivo los riegos se iniciaban antes que comenzara la "Tanda del agua" (con los acequieros o distribución equitativa), esta no se podría implantar hasta que no hubiesen regado todos los bancales de la vega, con independencia del número de tandas de agua (días/semanas) que para esto se precisara.
En la siguiente imagen mostramos un croquis de los principales brazales que, partiendo de la acequia, permiten la distribución del agua por todos los bancales de la vega de Tímar:
Cuando se cultivaba toda la vega, el riego se efectuaba cada 15 días aunque, si el propietario de alguna finca dejaba agua, lo podía hacer cada 8.
Durante la Tanda Mayor a cada celemín de tierra le correspondía toda el agua disponible que venía por la acequia durante un tiempo de 22,5 minutos (2 celemines en 45 minuto -3/4 de hora-). Los riegos se comenzaban por el brazal de la ermita continuando por el de la 'sangraera' y finalizando por el del 'atajuelo'. Antes de pasar de un brazal al siguiente se debía dejar regar todos los huertos y ramales existentes en el mismo (ver: Distribución por bancales). Los remanentes de agua que hubiera se dirigen a la alberca (situada bajo el actual cementerio) para su aprovechamiento.
Los bancales existentes desde la presa hasta el brazal del "atajuelo" se riegan con la Tanda Menor.
La alberquilla, cuyas mediadas aproximadas son las de un óvalo de: 8 x 6 x 2 m. (unos 75 m3), permite regar 3 celemines y solo se llena durante la tanda menor. Durante ésta, se tapa la piquera de la alberca a las 8 de la mañana y a las 8 de la tarde, para dar tiempo a que se llene y permitir así regar 1,5 celemines por la mañana y otros tantos por la tarde.
Y mientras que en la Tanda Mayor los 22,5 minutos de agua son contados a partir de que el agua llega a la finca, en la tanda menor se contabilizan por la extensión del bancal (medido en celemines) y contados desde la piquera de la alberca, con independencia de lo que el agua tarde o se pierda en el trayecto para llegar a la finca.
Los diferentes gastos originados en la gestión y reparto de las aguas de riego eran distribuidos equitativamente entre todos los propietarios de las diferentes parcelas afectadas.
Nota I
De hecho existen todavía en la Alpujarra algunas acequias de gran tamaño y con más de 10 Km. de longitud que trasladaban el agua de unas vertientes a otras, como son por ejemplo:
- La denominada de Bérchules - Juviles (actualmente en desuso) que conducía el agua desde del nacimiento del río Trevélez, en el puerto de Jeres, hasta Fuente Fría, en la cabecera del río Tímar, pueblo cuyos habitantes contribuían a su mantenimiento (de hecho estos afirman que la acequia en su día perteneció enteramente a Tímar -datos que habría que contrastar-).
- O la de Cástaras, que tomando el agua del río Trevélez (por debajo de su afluente el "Culo de Perro") la conduce hasta este municipio bajando finalmente hasta el río Guadalfeo. Esta acequia se cruza al realizar la ruta a Trevélez, al llegar a las proximidades de este pueblo.
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Nota II
Del Libro de Apeo y Repartimiento de Tímar y Lobras, F. Rodríguez páginas 136 y 137:
"Declaran que esto lugares de Tímar y Lobras no tienen otra ninguna fuente, porque el agua que beben y riegan es la acequia que viene de Juviles, ... , del arroyo que viene de Juviles, con que riegan los molinos de Juviles, y que en la dicha agua no habia contradicción de se la tomar los de Juviles ni otro lugar alguno, si no era desde el sábado en saliendo el sol hasta el domingo en saliendo el sol, y cada sábado y noche de todo el año era por este orden, que la tomaban los de Juviles para ... "
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