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Los tomillos son un grupo de plantas, la mayoría pertenecientes al género Thymus, adaptadas a terrenos degradados o secos. De tamaño reducido y redondeado, raramente sobrepasan el medio metro de altura, y hojas pequeñas recubiertas de aceite esencial, indican una estrategia de defensa contra las condiciones extremas del sol y la sequía de campos de naturaleza muy variable: hay tomillos que viven en las dunas marinas, como el Thymus carnosus, o en la misma cima del Mulhacén a 3.400 m de altitud, como el Thymus serpylloides, capaz de sobrevivir a los seis meses de hielo y nieve de las alturas de Sierra Nevada. También los tomillos son capaces de vivir en las condiciones tórridas de La Sierra de Gádor en Almería. El mismo tomillo común (Thymus vulgaris), que se encuentra en casi toda la Península Ibérica, llega a habitar hasta los 2.000 m de altitud.
Los tomillos se caracterizan por ser matas leñosas con tallos generalmente de sección cuadrada. Las hojas son en general vellosas, pequeñas y lanceoladas o acuminadas. Las flores, pequeñas y de color blanco o rosa, suelen agruparse en inflorescencias globosas con características propias de las bilabiadas, el cáliz posee cinco dientes, tres superiores cortos y dos inferiores largos. La corola está constituida por una pieza en forma de tubo dividido en dos labios: el superior corto y dividido a su vez en dos lóbulos, y el inferior más largo y constituido por tres piezas.
En la Península Ibérica se han clasificado veintiocho especies de tomillos, pertenecientes a los géneros Thymus y Tymbra, de las cuales unas veintidós son endémicas.
Durante siglos, el tomillo se ha recolectado para la obtención de su esencia, muy apreciada en las industrias de perfumes y licores. Se recogía en primavera de una manera devastadora, ya que se arrancaba de raíz para poder obtener la mayor cantidad posible de plantas al peso. Las plantas se metían en grandes cubas donde se hacía hervir agua para que el vapor arrastrara la esencia. El vapor se enfriaba a través de un serpentín que normalmente se hacía pasar por un riachuelo a modo de refrigerante. Finalmente se recogía el agua destilada y era separada la esencia por decantación. Actualmente se intenta cultivar los tomillos para una explotación más racional.
Aunque el aroma de los tomillos es diferente entre una y otra especie, todos ellos contienen una esencia aromática que se encuentra en cantidades variables y cuyo tope máximo en plantas secas es del 3%. Los principales componentes de dicha esencia son el timol p-cimeno, linalol y carvacol, además de contener alcoholes, hidrocarburos cíclicos, fenoles, éteres, cetonas y alcanfor.
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