Los asentamientos humanos en el entorno del macizo Penibético -Sierra Nevada- datan de épocas prehistóricas (Paleolítico Superior y Mesolítico), como lo demuestran los hallazgos arqueológicos de época Neolítica de la cueva de los Murciélagos, en Albuñol, el de los Millares, en la estación neolítica de El Gárcel, en las estibaciones de la sierra de Gádor (puede ampliar esta información en la web: Los millares: "Poblado de la edad del cobre en Santa fé de Mondujar" -foto adjunta-, o en la "wikipedia"), o los restos megalíticos encontrados cerca de Dílar: una especie de dolmen rodeado por un círculo de piedras (Spahni: páginas 43 a 45).
De época más reciente, queda en pie el puente romano de Mecina Bombarón y restos de algunos tramos de las calzadas que estos construían, en las cercanias de este pueblo o la que pasaba por Torvizcón, Murtas y Turón), así como numerosos restos de cerámica, como los existentes en las proximidades de Tímar (ver información al respecto).
No obstante, a pesar de las numerosas referencias históricas existentes, se desconoce la procedencia y antigüedad del término "Alpujarra" como tal, atribuyéndole algunos autores origen greco-latino o incluso prerrománico ('Alp' sería un vocablo precéltico para designar el pasto de altura), aunque lo más probable es que se derive de los términos árabes "Buxaira" y "Buxarra" (en plural "Albuxarrat"). De cualquier forma, el nombre "Alpujarra" (o en plural "Alpujarras") existe como tal desde 1432, en la Crónica de Juan II ( Spahni: páginas 43 y F. Rodríguez: páginas 19 a 38 ).
(Si se desea ampliar la información, Faustino Rodríguez, referenciando una amplia bibliografía, dedica la primera parte de su libro a la Lingüística y Toponimia del nombre "Alpujarra").
Pero, sin lugar a dudas, fueron los musulmanes los que marcaron definitivamente el carácter y fisonomía actual de la Alpujarra, los cuales la dividieron en distritos o Tahas, que en gran medida todavía se conservan. Quedando aún en muchos pueblos de la zona múltiples restos de su presencia, como por ejemplo las ruinas de la fortaleza en 'El Fuerte', ubicadas sobre la loma en la que se asienta Tímar.
pág.: 18 [2] - 19 [3] La campaña del Rey Católico y las crueldades del conde de Lerín en Andaráx obtuvieron el apaciguamiento de la Alpujarra y una conversión ficticia; mas también acrecentar odio fomentados por el mal ejemplo, explotación y agravios de los cristianos viejos que se fueron a vivir allá, según denuncia el arzobispo Ávalos poniéndose de parte de los moriscos.
Dóciles y resignados aguantaron ellos muchos años, comprando a buen precio el uso de su idioma, vestido y usanzas, hasta que Felipe II, acuciado por el inquisidor Espinosa, decidió quitárselo a plazo fijo.
pág.: 25 [9] - 26 [10] Ya sabemos que la fortaleza de Subiles o Xubiles, citada en el Bayán, la conquisto Abderrahman III en 913 contra los parciales de Abenhafsún, constituyendo un memorable triunfo; también la citan el Razí y Abenaljatib, que elogia sus sederías primorosas y sus muebles. Rebelada en 1500, la reconquistó el rey Católico y mandó destruirla, mas aun quedan visibles sus ruinas sobre unas peñas que dominan la población, dividida en dos barrios, aunque pequeña... Timen tuvo, dominándola, un castillo, la rábita de Alayón y el lugarejo despoblado de Albaida.
Por su ancestral aislamiento (causado por el lugar en el que vive), el alpujarreño es de por sí es un pueblo con un innato espíritu de independencia y rebeldía (fueron los últimos pobladores en someterse durante la invasión del Islam y serán los últimos en aceptar la reconversión al cristianismo), como lo indican sucesos tales como:
por lo que no debe extrañar, en absoluto, las revueltas que provocaron en los años venideros, la expulsión de todos los moriscos de la Alpujarra y posteriormente de la península Ibérica.
La expulsión de los moriscos ( Spahni: páginas 51 a 53 y F. Rodríguez: páginas 57 a 59 y 86 a 96)
El 7 de diciembre de 1526 Carlos I promulga una pragmática contra los moriscos en la que se les prohibía el uso de su lengua, religión, costumbres y vestimenta, dándoseles un plazo de 40 años para su total erradicación; pasado este plazo y pese a los intentos de aplazamiento, la pragmática fue reactivada, en 1566, por su hijo Felipe II.
Ante estas mediadas dos años más tarde, el 24 de diciembre de 1568, en Béznar, (otra fuentes lo datan unos meses antes: el 27 de Septiembre de ese mismo año) los moriscos de la Alpujarra se levantan en armas y eligen como rey a Fernando de Córdoba y Válor (natural de Valor y de estirpe califal) que, tras abjurar de la religión cristiana, se hará llamar Abén Humeya. Siendo coronado, según cuenta la tradición, bajo un olivo existente en el camino de Cádiar a Narila ( GR 7: página 79 ).
Desgraciadamente como en cualquier guerra, y máxime en las que existe un trasfondo religioso como las que nos ocupa, este levantamiento no fue en absoluto pacífico provocando acontecimientos que resultaron sumamente dramáticos para los pobladores, como se recogen en el relato que de los mismos hace Luis del Mármol Carvajal en su libro "Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada", de 1797. Si desea puede leer un fragmento del libro citado, sobre estos trágicos sucesos, y que hemos recogido en página anexa.
Para sofocar la revuelta y evitar el apoyo a los rebeldes alpujarreños serán deportados - expulsados los moriscos del barrio del Albaicín en junio de 1569, y en marzo de 1570 los residentes en las vegas de Granada, Guadíx y Baza.
Tras dos infructuosas campañas militares previas, no será hasta después de la llegada de Don Juan de Austria (hermanastro de Felipe II y llamado por ello "el bastardo real") en 1569 cuando se consiga someter a los sublevados. La acción militar de este se vio favorecida por la muerte de Abén Humeya que, traicionado y vendido, probablemente murió colgado de un árbol muy cercano al lugar donde fuera coronado, entre Cádiar y Narila. A este le sucedió su lugarteniente Abén Abó que, tras recibir refuerzos de Argel, se hace fuerte en Mecina Bombarón (lugar donde había nacido) y obliga a D. Juan de Austria a organizar la tercera campaña militar en la Alpujarra; no obstante Abén Abó también murió asesinado el 14 de marzo de 1571, en una cueva sobre el río Grande de Bérchules ( GR 7: página 72 ), a manos de El Jeniz (natural de los Bérchules). Dándose así por concluida la sublevación morisca y su consiguiente expulsión de la Alpujarra.
Aunque resulta muy difícil de cuantificar, las estimaciones fijan en torno a unos 150.000 el número de moriscos que fueron expulsados de la Alpujarra (otros autores, Manuel Gómez-Moreno, los cifran en unos 48.000) y en torno a unos 400.000 en todo el reino de Granada ( J. del Pino: páginas 65 a 68 ), repartiéndose la población principalmente por las regiones de Castilla, Aragón y Levante.
Finalmente, en 1610, el rey Felipe III decreta la expulsión definitiva de los moriscos de España; estimándose en unas 300.000 personas (un 3% del total de la población) las que debieron abandonar la península, principalmente rumbo a África y Europa.
Manuel Gómez-Moreno: Revista "Al-Andalus" (volumen 16 de 1951); título del artículo: "De la Alpujarra"
Si lo desea puede ampliar o contrastar la información aquí recogida sobre la historia de la Alpujarra en otras páginas web, como las de:
Nieles,
Sorvilán o
Aldearural.
Ramón Barragán Reina, "Alcázar en la Contraviesa. Un retrato vivo de la Alpujarra Baja", pág. 61:
La Cueva de los Murciélagos, en la parte más alta de la Rambla de las Angosturas, entre Albuñol y Murtas, es de la época neolítica en su fase final, posiblemente de mediados del IV Milenio. Fue hallada en 1831 por un campesino, Juan Martín, que buscaba estiércol de murciélago. En ella se encontraron, cuando fue estudiada con detenimiento, más de sesenta esqueletos, todos ellos con calzado, gorros y trajes de esparto. Cerca de los esqueletos aparecieron restos de alimentos carbonizados, y varios cestillos con gran cantidad de semillas de amapolas de opio, utilizadas -posiblemente- con fines alimenticios y analgésicos. También se encontró una diadema de oro, fabricada con una sola pita de oro y a base de golpes, además de collares, cuchillos y vasijas de cerámica. Por los enterramientos encontrados puede afirmarse que la mujer ocupaba un lugar destacado en aquella comunidad y en su entorno. También han aparecido restos neolíticos en las cuevas del municipio de Turón: enterramientos, vasijas hechas a mano, puntas de flechas y hachas de piedras.
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